Si eres homosexual, eres una persona que comprende el dolor… el rechazo… el temor… la desilusión… la culpa… el coraje, en fin de cuentas, lo que es sentirse aislado e incomprendido.
El estilo de vida homosexual ofrece muchas promesas: libertad, independencia, orgullo, simpatía, compasión, anhelos y deseos alcanzados y honestidad. Es tan importante ser honestos en cuanto a nuestros sentimientos.
Diferente a otros, el homosexual ha luchado con dos tipos de nacimientos traumáticos: el nacimiento natural y el de aceptación personal. Ambos han sido dolorosos y logrados con grandes esfuerzos, aunque el nacimiento natural es difícil recordarlo. Pero el producto del “nacimiento de aceptación personal” es recordado para siempre.
Aún así, una cruel decepción atormenta a la comunidad homosexual. Una vez ese segundo nacimiento se da y la persona sale del “closet”, las promesas son incumplidas. Al principio se siente cierto alivio, placer y la euforia de pertenecer a algo. Pero, ¿puede el estilo de vida homosexual satisfacer los deseos y las necesidades más profundas del hombre o la mujer homosexual? ¿Se pueden satisfacer las necesidades con libertad, orgullo y actividad sexual? A lo máximo, quizás pueda traer alguna diversión temporera. Pero en el peor de los casos, y desafortunadamente lo que puede traer es desesperación y muerte.
¿Por qué? Porque esos deseos, anhelos, heridas y temores son comunes a la humanidad y son el resultado de vivir en un mundo caído. Todos hemos sido afectados, y solo Dios puede sanarnos, salvarnos y satisfacer nuestras necesidades. Debemos reconocer que en la mayoría de los casos, la atracción por el mismo sexo comienza antes de los diez años de edad y usualmente es emocional e involuntaria, no-sexual. Esto trae confusión, temor y sentido de culpa en una persona jóven quien ya se siente rechazado e indigno, y así se aumenta su necesidad de afirmación. Es muy común el experimentar heridas, femineidad rechazada o masculinidad insegura. Al madurar sexualmente, estas necesidades son erotizadas y el deseo sexual se hace fuerte porque está estrechamente ligado a las emociones.
De ahí en adelante la actividad sexual se convierte en la manera de sentirse amado y afirmado, y se convierte en algo adictivo; empezamos a cubrir el dolor con el placer; idealizamos a personas como nosotros y somos estimados por ellos; esto produce algún alivio a la confusión de identidad que tenemos y nos provee la manera de desafiar y encontrar refugio de una sociedad hostil. Pero, ¿esto realmente ayuda a trabajar con unas emociones escondidas, o sencillamente lo que hace es atrapar a la persona en un patrón de comportamiento que lo que hace es tapar esas emociones? Existe una conexión bien poderosa entre sentimientos ocultos y compulsión o desenfreno sexual.
Dios le ha mostrado a muchas personas que han sido liberadas, que es posible cambiar, y que Él quiere estar junto a tí durante ese proceso. Él quiere que tu experimentes verdadera intimidad con él, una que te va ayudar a romper y a vencer todo comportamiento adictivo.
Dios no te quiere juzgar, Él te quiere salvar, perdonar, liberar, sanar, restaurar, consolar y renovar -todas aquellas cosas que Él sólo puede hacer.
Para que todas estas cosas ocurran, tú necesitas un nuevo nacimiento…un nacimiento espiritual. Todos lo necesitamos, porque todos hemos caído, y porque un mundo caído nos ha producido heridas, temores, alejamiento y confusión de identidad. A todas estas cosas hemos reaccionado de diferentes maneras pecaminosas, para tratar de compensar, consolarnos o protegernos a nosotros mismos.
Jesucristo vino por esa misma razón, para buscar y salvar a los perdidos e indefensos.
Ven a Él y permítele hacer una obra maravillosa en tu vida.. Deja que su amor sane tus heridas; permite que su bondad eche fuera tus temores; deja que su presencia reemplaza tu soledad; deja que Su gracia y su misericordia cubran todos tus pecados, y permítele a Él, darte una nueva identidad como hijo de Dios. Él quiere ser tu Padre Celestial y darte a tí la paz, el gozo y la seguridad que otros ya han encontrado.
“Porque el Señor es bueno, su misericordia es eterna
Y su verdad por todas las generaciones”