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Lo que aprendí de un activista

En la noche de ayer, me comunicaron que el pasado miércoles 3 de febrero de este 2021 había partido con el Señor quien fue un activista homosexual conocido por todos como Christina Hayworth. Cuando me comunicaron la noticia uno hace recorrido mental de quien fue la persona y de todo lo que se compartió desde diferentes trincheras de luchas, Christina Hayworth luchando por la comunidad homosexual, y muchos de nosotros como personas conservadoras, con nuestras reservas y oposición en diferentes aspectos de lo que ha sido una batalla cultural de décadas.

La primera vez que me topé con Christina Hayworth fue comenzando la década de los 80´s. En ese momento fungía como oficial del Negociado de Asuntos Criminales, adscrito a la División Control de Vicios. Para ese entonces había llegado a Puerto Rico, el primer “Book-Shoppe” dedicado exclusivamente a la venta de la pornografia. Se había hecho una primera intervención policíaca y cuando se hizo la segunda se encontró manejando el negocio a Christina. Como era usual se arrestó y se le acusó por violar el Artículo 113 del Código Penal, que tipificaba como delito el vender material obsceno. Un arresto es para la mayoría de la gente un evento algo traumático. Si a esto se le añade el hecho de que yo era el responsable del fichaje, ese primer encuentro fue bien negativo. Posiblemente lo único positivo de toda la intervención fue el hecho de que la Policía no objetó y hasta recomendó veladamente que se le dejará sin fianza, porque el Juez de Sala de Investigaciones no sabía a donde enviarlo, si a Bayamón o a Vega Alta. Al otro día el arresto apareció en primera plana del Vocero. En la foto aparecen oficiales de

Control del Vicio y agentes investigadores. Estoy justamente detrás de la persona arrestada.


Christina Hayworth se caracterizaba por su vehemencia en la defensa no solo de sus derechos sino también en la confrontación con quienes percibía como “el enemigo”. En los piquetes que Morality in Media realizaba contra la pornografia era común ver a Christina sonando un pito ensordecedor. A la usanza de lo que se hacía en el continente en este tipo de eventos se nos paraba al frente a un par de pies y no solo nos soplaba aquel pito, sino que también nos disparaba una arenga de insultos impublicables. Donde Christina me viera, se detenía y descargaba su verbo, como también lo hacía con otras personas, a veces incluyendo gente de su propia comunidad.

Recuerdo un día de una de las muchas vistas públicas a la que éramos citados a comparecer que nos encontramos y luego de la acostumbrada descarga, le dije que mi iglesia y yo estábamos orando por él. Se enfureció y me insultó, pero ahí comenzó a ocurrir algo. Siempre que lo veía le decía lo mismo, me contestaba que si quería hacerlo (orar) lo hiciera, pero que estaba perdiendo mi tiempo miserablemente, porque le gustaba lo que hacía. Llegó un momento en que cuando coincidimos, era quien preguntaba: ¿Siguen orando por mi?. Cuando le contestaba en la afirmativa, insistía en que era perdida de tiempo. No obstante, la hostilidad de años comenzó a desaparecer gradualmente.

Un día para mi sorpresa me preguntó si podía arreglar una reunión en donde también estuviera presente el Rvdo. Jorge Raschke para tener un diálogo. Recuerdo que una tarde lo recogimos en el Condado y fuimos a un restaurante japonés que había en la Ave. Muñoz Rivera, cerca del Parque de Bombas, en Hato Rey. Mientras cenamos tuvimos un diálogo de casi un par de horas. Tanto el Rvdo. Raschke como yo enfatizamos que lo que deseábamos más que nada era tener la oportunidad de comunicar nuestras historias, el por qué cada uno de nosotros estábamos envueltos en estas luchas.

Ese día aprendí algo valioso. Cuando adversarios pueden sentarse en una mesa a contarse los “porqués” de sus luchas y activismo, ocurren varias cosas y una de ellas es que sale a la superficie nuestra propia humanidad. Se hace más patente la dignidad que todos los seres humanos tenemos. O sea, las luchas no se dan en unos vacíos, tienen sus razones de ser. Salimos de aquella cena con un acuerdo, con un pacto de no agresión verbal cuando estuviésemos defendiendo públicamente nuestras respectivas posturas. Christina fue más allá y nos hizo una petición que no pudimos contestar en la afirmativa en ese momento. Nos pidió que lo que dialogamos en privado en ese momento lo pudiéramos hacer entrevistando en nuestros respectivos programas de radio, Raschke en Noti Uno y yo en Radio Clamor. Tener a un activista homosexual

sentado como invitado en un par de programas conservadores, era algo que no solamente nunca antes se había hecho, sino que también era algo que mucha de la audiencia conservadora no iba a entender, algunos inclusive lo podrían criticar severamente, como lo llegaron a hacer algunos. Christina nos adelantó que como él sabía que muchas de las cosas que nos comentó en la cena podrían parecer fantásticas, por no decir falsas, él iba a traer pruebas de que lo que nos contó era real.

A Rashke se le hizo más fácil la entrevista por que tenía una audiencia en su mayoría secular, que está más abierta a escuchar de este tipo de temas. A mi me fue un poco más difícil, hubo gente que llamó al control quejándose agriamente de la entrevista.

¿QUÉ CONTÓ CHRISTINA EN EL PROGRAMA? ¿QUÉ MOSTRÓ?
Contó de su activismo fuera de Puerto Rico, de los eventos ocurridos en la barra de Stonewall en Nueva York, en el 1969, donde fue uno de los protagonistas. La secuela de lo ocurrido en ese motín que motivó su salida abrupta de Nueva York hacia la isla. Nos narró de sus conversaciones y amistad con políticos conocidos de la Gran Manzana. De quien lo aconsejo y hasta cierto punto lo apadrinó cuando llegó a isla, y otros detalles de la vida del Jet Set neoyorquino.

Nos mostró la cantidad de proclamas y reconocimientos que le hicieron políticos que iban 

desde Gobernadores como Pataky, al igual que otros como diferentes alcaldes de la ciudad de Nueva York. Nos enseñó las fotografías, algunas de las cuales copié e incluyo en este artículo.

SU PARTICIPACIÓN ACTIVA EN EL MOVIMIENTO DE DERECHOS HOMOSEXUALES EN LA CIUDAD DE NUEVA YORK
En el 1969, Christina Hayworth fue parte de la revuelta violenta ocurrida en la barra homosexual Stonewall. En este lugar se pagaba la protección de la Policía de Nueva York para evitar las continuas redadas de las autoridades neoyorquinas. Una noche un miembro de la Policía llegó y quiso aumentar la cantidad del soborno a pagar lo que desencadenó una pelea en la barra. Esa noche se cerró el lugar con los miembros de la Policía básicamente secuestrados en dicho negocio. Luego que terminó el incidente le recomendaron a Hayworth que se alejara de Nueva York por las implicaciones de represalias de parte de las autoridades policiales. Es común ver en las paradas públicas en Nueva York un automóvil en donde aparecen los llamados “veteranos de Stonewall”. Siempre estaba Hayworth en ese vehículo.

¿CÓMO LLEGA CHRISTINA HAYWORTH A PUERTO RICO? 

Luego del incidente de Stonewall se le recomienda a Hayworth que se mueva de Nueva York y llega a Puerto Rico donde la refieren a personas que la podían ayudar. Una de esas personas fue la ex Alcaldesa de San Juan, Doña Felisa Rincón de Gautier con quien conservó una amistad discreta. Me contó en la entrevista de radio, que uno de los mejores consejos que recibió cuando llegó a la isla vino de parte de Doña Fela. Esta le dijo que siguiera hablando en inglés porque muchas personas pensaban que era un “americano”. Le recomendó no hablar en español hasta que comenzará a conocer bien a la gente y pudiera identificar quienes eran amigos y quienes no.

Luego de que Hayworth pudiera dar a conocer todos estos detalles de su vida, de alguna manera la comunicación entre todos nosotros creció significativamente y posiblemente comenzó a abrir unas nuevas puertas. Era común ver a Christina en todas las conferencias de prensa previas a la celebración del “Día de Clamor a Dios”. Al tener un carnet de prensa de la legislatura tenía acceso no restringido a muchas actividades.

UN “TURNING POINT” EN LA FORMA DE VER LA RELIGIÓN
En uno de los “Días de Clamor a Dios” ocurrió un evento que entiendo permitió que la buena relación entre Christina Hayword y varios de nosotros se estrechara. En un momento específico de uno de los eventos de Clamor a Dios, tuve que lidiar con algunos ujieres que querían remover a Christina de la tarima principal porque estaba afectando el proceso de grabación de TV, al colocarse justamente detrás del predicador. Me acerqué a Jorge Raschke y respetuosamente le pedí que diera instrucciones para que lo dejaran allí. En medio de su mensaje Raschke se detuvo e invitó a Christina a acercarse a él. Frente a la multitud le dio un abrazo. Una vez finalizada la actividad Christina se me acercó y me dijo lo siguiente: “Me gustan los hombres, pero cuando el 

Rvdo me dio el abrazo, sentí algo diferente. Sentí que Dios me amaba”. Me indicó que sentía algo extraño, que no podía explicarlo y se marchó, no sin antes pedir una foto para un artículo que estaba escribiendo.

CUANDO SU VIDA SE COMPLICÓ
Ya no es un secreto a voces el hecho de que ser un homosexual y entrado en años representa para muchos dentro de esa comunidad, un gran reto. La vida llena de luces de pistas de bailes de discotecas, de juventud, de la adoración de la figura, la energía y las múltiples amistades va quedando atrás y llegan los episodios de temor, ansiedad, depresión y soledad. La persona famosa, figura pública conocida por todos en su entorno, con apartamento en el Condado, empieza a perderlo todo.

Llega el hambre, el agotamiento, la fragilidad física y el abandono de muchos. Pudo alimentarse gracias a almas caritativas, en este caso dueños de negocios que le daban almuerzo y cena, además de permitirle estar dormitando en sus negocios hasta que cerraban en horas tempranas de la mañana.. Ya en ese momento tenía que irse a dormir a un edificio abandonado y lleno de basura en la calle San Agustín de Puerta de Tierra. A veces lo veíamos deambulando, después de salir del Capitolio y lo llevábamos a comer, como también lo hizo en muchas ocasiones Leo Fernández III, que también fue su amigo en tiempos no tan buenos. Cuando lo llevábamos de regreso a Puerta de Tierra nos pedía que lo dejáramos en una esquina, porque no quería que viéramos las condiciones en las que vivía.

Cuando ya su situación se tornó más crítica apareció en una de las actividades anuales de pro vida en el Capitolio. Me llamaron por teléfono y me contaron sobre su deterioro físico. Se lo comuniqué a Raschke y a una buena hermana y amiga que ofrece servicios a estas poblaciones la que inmediata y diligentemente se encargaron de hacer un trabajo excepcional, que incluyó volverle a conseguirle todas sus identificaciones, gestionarle el plan de salud del gobierno y conseguirle todas las cita médicas necesarias para atenderle todas sus situaciones de salud. Gente buena que Dios le puso en el camino y los cuales nunca quisieron reconocimiento por hacer el bien. Se le consiguió también una unidad vivienda para personas que podían valerse por sí mismas. Cuando esa no fue su realidad se le tramitó un hogar de cuido, que pagó el Departamento de la Familia, donde pasó sus últimos años rodeado de gente buena, de gente que lo amo y lo respeto. También se reencontró con su familia natural que siempre lo amo. Tuvo la enorme bendición de experimentar lo que yo llamo la “muerte dulce”, que es pasar a la eternidad durante el sueño de la noche en un evento cardíaco, sin sufrimientos, ni agonías, ni hospitalizaciones.

Tuve la oportunidad de tenerlo de visita en nuestra iglesia a petición suya. Recuerdo verlo derramar lágrimas cuando una de las hermanas de la Iglesia le puso su bebé en sus brazos para que lo cargara.

A muchos de los que consideró una vez sus adversarios y que posteriormente se convirtieron en amigos nos llegó a decir en un momento dado que ya no teníamos que llamarlo Christina, que le podíamos llamar por su nombre: Roger.

En las llamadas luchas culturales se aprenden muchas cosas, aún de las personas con las que uno puede puede tener diferencias marcadas.

De Roger aprendí varias cosas:

  1. La importancia de compartir historias a través del diálogo;
  2. la de mostrarse amigo, cuando se quieren tener amigos;
  3. que amigos verdaderos se pueden encontrar en los lugares más inusitados;
  4. que la comunicación franca y abierta, nos deja ver claramente que por encima de las luchas ideológicas hay una humanidad y una dignidad que cuando se respeta, podemos diferir sin enemistades.

Roger, quien fue conocido por décadas como Christina Hayworth, descansa en la presencia del Dios que llegó a conocer en el último tramo de su carrera. 

“Así los primeros serán postreros, y los postreros, primeros: Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”.
Mateo 20:16

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