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Hablamos sobre el Patriarcado

¿Qué dice la Biblia y la cultura actual sobre el hombre y la mujer, y sus diferencias?

En el 2006, mientras asistía a una convención pro vida y familia en los Estados Unidos, en una visita que hice a los diferentes ministerios y organizaciones que tenían exhibiciones, vi una revista de nombre “WhistleBlower”, de la organización de noticias cristiana World Net Daily. El titular principal capto de inmediato mi atención: War on the Fathers (Guerra contra los Padres).Me llamó muchísimo la atención porque estaba completamente dedicada a alertar sobre la batalla cultural, en particular del feminismo actual, de atacar el hombre y su masculinidad.  

La adquirí y la conservo al día de hoy. Lo que allí se escribió fueron casi palabras proféticas de la situación que vemos en el día de hoy, claro está, magnificado.

He estado durante un tiempo recopilando información sobre el tema del patriarcado de varios autores, entre los que se encuentran el Dr. Peter Jones, la escritora Nancy Pearsey y otras organizaciones con muchas presencia en las redes sociales. Después que el Gobernador de Puerto Rico firmó la Orden Ejecutiva decretando el estado de emergencia por el aumento en la violencia contra la mujer, decidí que ya era tiempo de tocar un tema, que tal vez se ha abordado esporádicamente, pero no en forma consistente, me refiero al famoso patriarcado, desde la perspectiva conservadora. No comparto esto, como quien da una opinión personal y no le dará seguimiento, sino como lo que podría ser el aspirar a tener un diálogo amplio y una campaña educativa agresiva de exponer el peligro de la demonización de la persona del varón, en un tiempo donde se registran dolorosos y chocantes eventos de violencia homicida contra mujeres en nuestro país.

Antes de entrar al tema del patriarcado, es bueno reseñar parte de la retórica negativa que se da contra el sexo masculino, no solo de grupos feministas radicales, sino también de hombres que se vuelven en contra de su propio sexo. Un conocido bloguero americano escribía un artículo titulado: ¿Por qué las mujeres tienen derecho a odiar a los hombres? Otro autor de un libro titulado Rehusando ser hombre, decía que hablar de masculinidad saludable era como hablar de un cáncer saludable. Añadía que la testosterona era el problema…. otro escritor de ciencia ficción afirmaba que las mujeres deberían de estar a cargo de todo. El afamado director de Hollywood y director de la película “Avatar”, dice que la testosterona es una toxina que hay que ir poco a poco echándola fuera de nuestro sistema. Faltaría espacio para reseñar lo que dicen las activistas de género, incluyendo a teólogas que abrazan un revisionismo de los textos bíblicos y responsabilizan los mismos de la violencia contra la mujer en la sociedad.

Sin lugar a dudas estamos viendo cómo continúa a un ritmo acelerado la feminización del varón. El péndulo del prejuicio se mueve en contra del sexo masculino y las estadísticas lo prueban (menos varones entrando a la universidad, índices de suicidios más altos, expectativa de vida más corta, etc.). Lo anterior no solo refleja y apunta hacia una cultura anti hombre, también está dejando una profunda huella en varones jóvenes más propensos a la depresión, que se sienten emocionalmente castrados en una sociedad que es hostil hacia el hombre y que quiere glorificar la ideología de género, en perjuicio también del varón.

La pregunta de los 64,000 chavitos, la hace Nancy Pearsey en un artículo titulado “Common Good Men”, donde expone la pérdida de autoridad del hombre piadoso a través del tiempo. La autora dice que tenemos el reto de crear una visión balanceada que se le pare de frente a la retórica de odio hacia el hombre. Hay que estudiar, ir a la historia para desmantelar la narrativa equivocada de que toda masculinidad es tóxica.

¿Qué es y constituye el patriarcado?

La palabra “patriarcado” se ha convertido en una mala palabra hoy en día. Según las feministas activistas de género, el patriarcado es el responsable de la violencia y opresión de la mujer de parte del varón. Eso lo escuchamos diariamente en los medios masivos de comunicación. Lo peor es que, muy pocas personas, reaccionan en contra de esta falsa narrativa feminista.

Es imprescindible que la iglesia y su liderato presente el caso de lo que es el patriarcado bíblico y su efectividad, en contraposición con la demonización contemporánea del concepto.

Patriarcado significa el gobierno ( arche ) del padre ( pater ). En cualquier tiempo en donde se hable de gobierno, reglas o liderato siempre la naturaleza pecaminosa del ser humano se va a rebelar. En toda discusión pública sobre el tema del patriarcado se tiene que hacer diferencia entre lo que es la visión bíblica de la masculinidad y lo que es tóxico, injusto o violento.

El patriarcado bíblico no le enseña a un ser humano a oprimir o a odiar al semejante. Cuando hablamos de patriarcado bíblico, la era cristiana desarrolló unos principios que estaban ya establecidos desde la creación. Desde el Génesis vemos que, aunque el hombre y la mujer son “naturalmente o biológicamente” diferentes, cuando se juntan se constituyen en el centro, en el corazón de la sociedad: familias biológicas creadas por Dios. Dado el caso de que vivimos en tiempos malos y peligrosos, los verdaderos hombres que entienden lo que dice la Biblia en cuanto a las relaciones hombre-mujer, actúan como protectores de mujeres y niños y trabajan incansablemente para hacer posible la vida en familia.

En el relato de Génesis 3 y el principio de la sociedad humana, luego del hombre desobedecer a Dios, éste le dice a Eva: “A la mujer le dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz; y tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti”. La Nueva Traducción Viviente, lo pone en estos términos: “Haré más agudo el dolor de tu embarazo, y con dolor darás a luz. Y desearás controlar a tu marido, pero él gobernará sobre ti”. Al hombre le dijo: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.

No hay nada malo en el patriarcado. Dios lo instituyó y nos lo reveló porque expresa su imagen. El último Padre que reina y tiene toda autoridad es el mismo Dios que se revela en las Escrituras como Padre de huérfanos y defensor de viudas (Salmo 68:5); el proveedor del pobre (Salmo 68:10). En el Salmo 89:26, el creyente exclama: “…. Mi padre eres tú, mi Dios y la roca de mi salvación”. El Salmo 103:13 lo presenta como el padre que se compadece de sus hijos. En el Nuevo Testamento Jesús revela a Dios como su Padre (Juan 3:35) y como nuestro padre al que debemos de orar (Mateo 6:9). De acuerdo con Jesús, el Padre nos ama (Juan 14:23). El Apóstol Pablo cita versos del Antiguo Testamento donde dice que Dios será nuestro Padre y nosotros somos sus hijos e hijas (1 Corintios 6:18).

Siendo seres humanos hechos a la imagen y semejanza de Dios, somos exhortados a vivir y a expresar la realidad bíblica del patriarcado, como hombres y mujeres entendidos de cuál es la voluntad de Dios (Efesios 5:17), como lo vemos en los versos 22 y 23 del mismo capítulo: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador”. En este capítulo 5 del libro de Efesios se muestra la interacción de la relación marital de la unión de dos personas en “una sola carne” a través del amor y el respeto.

Ahora bien, si usted habla de roles bíblicos en la sociedad en que vivimos se atrae a sí mismo la ira y el prejuicio de muchos, que esgrimen argumentos como:

  • Eso no es relevante a la cultura de hoy en día”.
  • “Eso es machismo, es opresión a la mujer y estamos en una sociedad moderna y liberada”.
  • “Eso es un brete del machista y sexista Apóstol Pablo”.

Por lo menos como creyentes, nos deberíamos hacer las siguientes preguntas:

  1. ¿Hasta cuándo y hasta dónde vamos a permitirle a la cultura secular que nos rodea y nos bombardea de ideologías, el que nos defina lo que significa ser hombre y mujer, o lo que significa matrimonio, o el valor de la figura del hombre en nuestras relaciones humanas?
  • ¿Estamos dispuestos a pensar bíblicamente, aunque esto implique atraer sobre nosotros la ira y la burla de aquellos que atacan duramente los postulados de la tradición judeocristiana desde los medios masivos de comunicación, desde la academia, etc.?

El historiador Peter Stearns, en su publicación In be a Man(En ser un hombre) dice, que la forma de una cultura ver la hombría, se deriva de su visión de Dios. En el politeísmo, los dioses se emborrachaban, peleaban, ostentaban, se vanagloriaban sobre su poder, convocaban a la guerra y exigían valentía militar. El hombre tenía que ser un guerrero.

Esto contrasta con el monoteísmo que enfatizaba en el poder y la autoridad. Pero entre la diversidad de religiones, Stearn dice, que solo el cristianismo ofrecía el concepto de un Dios como líder-siervo.

  • “…… Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve”. Lucas 22:27.
  • “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos como gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos”. Marcos 10:42-44
  • “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. Marcos 10:45

El cristianismo retó todas las nociones antiguas de lo que era ser un verdadero hombre. Stearns escribe: “Gentileza, amor y compasión, eran también virtudes masculinas”.

Hay gente que pensará que estas enseñanzas bíblicas son “ideales abstractos”.

La iglesia de hoy en día y particularmente los varones tienen que hacerse la pregunta de ¿cuánto de ese modelo de líder-siervo practicamos?

Hay una realidad que no podemos negar y es que el mundo de allá afuera dice que aquellos que se identifican como cristianos conservadores están más inclinados al abuso y la violencia doméstica. Veamos algunas citas:

  • La ideología de género entre conservadores protestantes, “claramente los puede conducir al abuso tanto físico, como emocional”. (Periodista de Noticias Cokie Roberts)
  • “No es un secreto el abuso que prevalece en iglesias conservadoras que abrazan la teoría del hombre como cabeza del hogar”. (Adventist Today)
  • En el fondo, la teología de la complementariedad es una de desigualdad y jerarquía. Y la desigualdad alimenta el abuso”. (The Huffington Post)
  • La teología del hombre como cabeza, “alimenta la cultura de violacion que permea el cristianismo americano al día de hoy”. (co-fundador del movimiento #ChurchToo)
  • Las semillas del abuso físico de la mujer descansan en la mentira de la subordinación de la mujer y su sujeción a la autoridad y el control del hombre” -y la religión conservadora- “hace que dichas relaciones ( las de violencia doméstica) parezcan naturales, moralmente justas, y sagradas”. (Violence Against Wives: The Case Against  the Patriarchy)

El problema con este tipo de acusación es que se torna ideológica y no toma en consideración la data recopilada en la disciplina de las ciencias sociales. No quiere decir lo anterior que dentro de la religión organizada no existen casos, en plural, de violencia doméstica. Recuerdo la primera vez que escuché en un retiro anual de mi denominación a un recurso hablar sobre la problemática de relaciones de abuso y maltrato dentro de la Iglesia. Me quedé sumamente sorprendido, al escuchar los resultados de estudios hechos por personas para tesis en universidades locales. La sorpresa me llegó por el hecho de ser una persona de los llamados “nacidos y criados” dentro de las estructuras religiosas. Desde la edad donde uno comienza a ver cosas y a tratar de entenderlas y hablarlas con los padres sólo podía recordar dos incidentes. El primero de ellos fue de violencia física entre miembros de la Iglesia que eran vecinos. Recuerdo preguntar y cuestionar a mi señora madre sobre el incidente que ambos escuchamos. Fue duro y difícil, me impacto tanto que, aunque ocurrió cuando tenía algunos 12 años, todavía recuerdo los nombres de las personas. El otro incidente fue de maltrato y control emocional de parte de padres a esposa e hija. Al ser hijo de pastores, en ocasiones escuchaba personas y en una ocasión escuché a un pastor de otra denominación, que llegaban hasta mi casa y hablaban sus asuntos. Es difícil en esas edades suprimir la curiosidad de escuchar lo que hablan adultos. Recuerdo que una de las partes (una hija) se tuvo que ir a vivir a otro país para sacarse de encima un comportamiento de atropello, control y violencia emocional de un padre, que para colmo era ministro. Afortunadamente, la historia mala, se llegó a tornar finalmente en una buena historia de éxito ministerial para una de las víctimas. Pero para que eso ocurriera tuvo que escapar de la relación tóxica.

Cuando escuchaba el conferencista hablar de estadísticas en Puerto Rico cobre mayor conciencia y como Pastor me llevó a decirle a toda la congregación que la violencia doméstica se trataría con toda la rigurosidad con una política de cero tolerancia.

Luego de eso me topo con las estadísticas que sobre el tema se recopilan en los Estados Unidos. Aunque se aborda el tema de la violencia doméstica con todo el rigor y la objetividad con la que se tienen que manejar las estadísticas, en los estudios nacionales, sicólogos y sociólogos revelaron las conclusiones de estudios de parejas cristianas. Sorprendentemente, se encontró que varones en familias evangélicas que tienden a congregarse con bastante regularidad son esposos amorosos y padres comprometidos. A veces el término evangélico se ha politizado para que signifique en la mente de muchos, “religioso-fundamentalista”.

Los estudios a los que hago referencia se refieren a creyentes teológicamente conservadores. En dicho estudio se concluía que padres y esposos identificados como gente nacida de nuevo, eran personas que podían expresar afecto y alentar a sus hijos.  Estaban también estos varones más propensos a pasar tiempo con ellos, jugar, leerle cuentos y llevarlos a las prácticas deportivas. Tuvieron un índice alto en la práctica de la disciplina, en áreas como supervisar que los hijos realizaran sus tareas escolares, se ajustarán a horarios de acostarse y limitaciones al tiempo frente a los medios digitales. Las esposas también señalaron que se sentían amadas, atendidas y apreciadas por sus esposos. Se concluyó además que las posibilidades de terminar la relación en un divorcio eran mínimas, al igual que el índice de violencia doméstica, de cualquier otro grupo en los Estados Unidos.

El sociólogo Bradford Wilcox de la Universidad de Virginia, y uno de Los principales investigadores sobre matrimonios, escribió un artículo para el New York Times, donde mencionó: “Uno de los grupos más felices de mujeres en America son religiosamente conservadoras….. un sólido 73 por ciento de las esposas que mantienen valores conservadores en relación al género y asisten regularmente a la iglesia con sus esposos, tienen matrimonios de una calidad óptima”.

Cuando mucha de esta investigación se publicó, sorprendió a muchos creyentes que consistentemente escuchan a través de los medios de comunicación que el índice de divorcio entre parejas no creyentes y creyentes es casi la misma. La pregunta que se hacían muchos era el cómo podían compaginarse esos datos con otros estudios y con lo que son las narrativas diarias de la cultura popular.

Los investigadores regresaron a la data y dividieron a los hombres en dos grupos: aquellos que asisten a la iglesia con regularidad versus aquellos que son cristianos nominales ( de nombre ). En una de las encuestas habían hombres que marcaban el encasillado que decía el nombre de una denominación particular americana, y explicaban que lo hacían por su trasfondo familiar y religioso, a pesar de que apenas visitaban la iglesia. Otros decían que no las visitaban, pero se considerarán “cristianos”.

Las diferencias entre ambos grupos eran bien reveladoras. Los evangélicos nominales, eran más propensos a pasar menos tiempo con los hijos, sus esposas manifestaban los más bajos niveles de felicidad, y estaban más propensos al divorcio.

Lo contundente de la investigación es ver que donde había un grupo de personas comprometidos con la pareja y con su religión, la tasa de violencia doméstica era de un 2.8 por ciento, mientras que los nominales presentaban una tasa de un 7.2 por ciento, aún mayor que el de parejas seculares.

Wilcox resumió su data para “Christianity Today”, escribiendo: “Los esposos más violentos de América son protestantes evangélicos nominales, que asisten infrecuentemente a la iglesia, o simplemente no asisten”.

Eso quiere decir que cuando se habla de cristianos, no se pueden meter a todos en el mismo bote. El que no tiene a Dios en su memoria, el que solo ha ido esporádicamente a una iglesia y ha escuchado un sermón en donde se abordó el tema de la sujeción bíblica de la mujer al varón, fácilmente puede irse con una idea bien equivocada de lo que enseña realmente la Biblia. Para ese tipo de varones no es difícil llegar a la conclusión de que es “superior” y que el hombre debe ser un individuo de “armas tomadas”, “el machote, el padrote”, al que le tienen que excusar cualquier comportamiento, porque aún sus propias madres les defienden los desvaríos con la frase cultural “la mujer es de la casa, el hombre es de la calle”. Esos hombres pueden usar todos esos estereotipos culturales, no solo para manipular las verdaderas enseñanzas bíblicas, sino también para justificar comportamiento abusivo.

Yo término mi programa semanal de radio diciéndole a los oyentes, particularmente al varón: “Este domingo visite una iglesia, la iglesia de su predilección, no asista solo, vaya con su esposa, lleve a sus hijos, es la mejor inversión de valores, fe y esperanza que les pueda dejar como legado”. ¿Por qué lo digo? Porque lo creo, pero no como creencia ciega, sino respaldado por los buenos frutos milenarios que han producido las enseñanzas de la tradición judeocristiana, cuando realmente se viven.

¿Por qué es importante asistir a una iglesia, y que relación tiene con una relación matrimonial saludable?

Las iglesias de sana doctrina exponen consistentemente al varón a lo que es el diseño original de Dios para la familia y la sexualidad humana. Las iglesias le enseñan al varón, de que es y será responsable ante Dios y ante la propia comunidad de fe donde asiste, en relación al trato que le da a su familia. Es en la iglesia, donde a través de predicaciones, estudios, retiros y actividades, el hombre se relaciona con otros hombres y juntos pueden hablar de sus relaciones matrimoniales y la crianza de los hijos. Esas enseñanzas, el hombre no lo va a conseguir en el Pub, o en el Parque de Pelota, o en el “Choliseo”. Lo encontrará en la iglesia.

El tiempo llegó para que la gente se exponga a todos los puntos de vista acerca del llamado patriarcado, no solo la expresión negativa que satura los medios de comunicación, las redes sociales, la academia, etc.

El mensaje del feminismo de género tiene que ser denunciado como lo que es: basura ideológica de activistas que quieren seguir al pie de la letra sus libretos socialistas y marxistas de hacer de la destrucción de las relaciones hombre-mujer y la familia, una de sus metas ideológicas principales. Estos grupos ideológicos quieren convertir la tragedia del abuso y el atropello de la mujer en una lucha eterna, que activa la caja registradora del estado por días, meses, años, décadas y generaciones. Los que demonizan el término patriarcado y lo quieren hacer desaparecer del mundo, lo que están haciendo es atacar lo que podría constituirse en solución y avance al problema de la violencia doméstica: trabajar por ver las dos mitades de la humanidad, amándose, respetándose y complementándose.

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