En que creemos

Contra la Corriente es un movimiento cristiano, que cree en las doctrinas y enseñanzas del cristianismo ortodoxo. 

Nuestras creencias incluyen la creencia en un Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Creemos en la Encarnación de Cristo.

Creemos en su vida, ministerio, muerte, resurrección  y en su inminente regreso a la tierra. 

Creemos que murió en la cruz del calvario en expiación por nuestros pecados para reconciliarnos con Dios.

Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios, inerrante y árbitro final en todos los asuntos de esta vida.

Creemos que Dios es siempre bueno, en naturaleza, carácter y acción.

Creemos que la voluntad de Dios puede llegar a conocerse a través de la Biblia, a través de la llenura del Espíritu Santo que mora en nosotros y a través de la comunión y el caminar con Cristo Jesús.

Creemos que todos los hombres han sido creados a la imagen de Dios, y que eso les otorga un valor y una dignidad intrínseca independientemente de el color de su piel, edad, origen, sus habilidades, salud o condición socioeconómica.

Creemos que Dios creó la humanidad hombre y mujer tal y como lo señala Génesis 1:27.

Creemos que aunque los hombres y mujeres son diferentes biológicamente, son iguales en la presencia de Dios, por lo tanto tienen el mismo valor y derechos bajo la ley. 

Creemos que la intención original revelada por Dios para la sexualidad humana es que se diera entre hombre y mujer, unidos en una relación matrimonial.

Creemos que la vida comienza desde el momento de la concepción y que el quitarle la vida a una criatura antes de nacer va en contra de los mandamientos de Dios. 

Creemos que la pornografia es una lacra social que tiene que ser condenada y combatida a través de la educación y la ley.

Creemos que la familia es la unidad principal de una sociedad y el primordial vehículo para el crecimiento y florecimiento de la misma y que son los padres y no el estado los que tienen el derechos de criar a sus hijos conforme a sus valores y creencias.

Creemos que al igual que existe un mundo natural, también existe uno espiritual desde donde también se afecta nuestra existencia. 

Creemos que la Iglesia como Cuerpo y el creyente como individuo tiene el deber de hablar la verdad de la Palabra en aquellas materias en donde la fidelidad a la misma nos obliga, en asuntos en donde la vida humana, la dignidad, la libertad civil y religiosa, o la justicia, está envuelta. La Iglesia sigue siendo la conciencia de la sociedad. Christopher Dawson señaló una vez que el cristianismo era el ”alma de la civilización occidental”. Cuando el alma se va, el cuerpo se pudre. Tenemos que seguir siendo sal de la tierra y luz de este mundo como nos lo señaló Cristo en su Sermón del Monte.

EN EL ORDEN DE LA PARTICIPACIÓN  DEL CREYENTE COMO CIUDADANO EN LOS ASUNTOS PÚBLICOS 

Creemos que el Evangelio no libera al creyente del deber de participar en la construcción de la sociedad, sino que, por el contrario, lo libera de la esclavitud del pecado para asumir con mayor ventaja esta tarea. En un sentido la fe cristiana devuelve al creyente al mundo como una nueva criatura que en su condición de creyente está en condiciones óptimas para asumir con mayor responsabilidad su deber y su participación como ciudadano.

Creemos en estimular a las personas a envolverse en los asuntos públicos y políticos por las motivaciones correctas. Deben movernos. No la popularidad o el beneficio propio, sino el deseo de servir y obedecer a Dios primeramente y luego al prójimo. Esto le dará la fortaleza que va a necesitar para que el poder no lo lleve a la soberbia. Las motivaciones correctas lo llevarán a darle la libertad que necesitará para seguir los dictámenes de su conciencia y no doblarse ante los vientos del oportunismo y populismo.